BIENAVENTURADA MI ENTREGA
Bienaventurada la carne que se consume,
porque en su ardor te encuentra.
Bienaventurado el caos de este pecho
que no teme romperse por amarte.
Yo no abandono el barco,
yo me hundo contigo.
Me hago raíz en tu abismo,
espina en tu costado,
agua que sube por tu garganta
cuando nombras lo que arde.
Bienaventurado este vértigo
que me lanza sin miedo
al borde de tu silencio.
En esta tierra de otros,
mi nombre se borra,
pero tú me llevas
en el pulso,
en lo invisible,
en lo que ni dios ni sombra reclaman.
Cada hora es tuya,
cada herida me pertenece.
Yo soy la que baja,
la que se queda,
la que pronuncia tu nombre
cuando todo calla.
